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El placer melodramático

Andrés Felipe Ardila Ardila

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Maldigo mi amor
Por no comprender
Tu modo de ser

Por no comprenderte - Los zafiros 

 

Quiero preguntarles más a los otros por lo que sienten. Parece un hábito que debería tener incorporado, pero fui egoísta y prejuicioso. Crecer de clase media, católico y homosexual significó este peso en mi mirada. Ustedes me trataron también mal y yo no perdono fácil. Fui un joven inseguro; mi timidez era vieja y venía de lejos. Aquella era una armadura que me protegía de lo que ser homosexual al crecer significó: callar, imaginar y actuar. 

Encontré en el cine y la televisión una familia secreta. “Comprendí pronto que existe cierta conexión entre una intensa cinefilia y la homosexualidad masculina”1 por lo que ser fanático de ciertas películas implicaba ante los ojos externos. En la historia, diversos gustos cinematográficos han sido marca identitaria, en apariencia, de ciertos deseos escandalosos. Algunos hombres gustamos de hablar por horas de las divas del cine (antecedentes de las divas del pop), o fijarnos obsesivamente en ciertas frases sueltas de alguna canción romántica, de una película o serie de televisión, y acompañarlas al decirlas con un gesto exagerado. Nuestro gusto es también la copia de un gesto, o de una pose.  “A través de la pose, somos lo que fingimos ser. La pose es siempre excéntrica; constituye más bien un elemento identificatorio que no nos fija a una posición determinada. En la pose siempre somos lo otro, somos los otros.”2

Sin embargo, cuando crecí me sentí muy solo. Por lo menos veía en películas y series de todo tipo una vida futura posible: hombres se enamoraban de hombres, mujeres y personas trans eran libres con su cuerpo y sexualidad. Por otro lado, me imaginaba todo tipo de relaciones entre los personajes de películas famosas. Personajes que imaginaban futuros, que deseaban cosas buenas o malas, que eran perversas y amantes, pero eran también todos estadounidenses o europeos. Sobre la historia de la disidencia sexual en mi casa, Colombia, no sabía casi nada. No había forma de que mis padres, o en el colegio. me hablaran de eso. Era un tema totalmente secreto, aunque en apariencia tolerado. Por supuesto existían numerosas experiencias, historias o expresiones artísticas, pero en mi adolescencia la vergüenza fue una bruma que tuve que dispersar con mucho trabajo años luego cuando estudié cine y televisión en la Universidad Nacional de Colombia; y gracias a diversas iniciativas culturales en el país que me ayudaron a reconocer las obras de artistas cuir, maricones o raros en mi propio idioma. 

El cine raro con el que me encontré al crecer fue el resultado de relaciones amistosas con hombres gay mayores a mí, mujeres lesbianas y bisexuales que fueron, de una u otra manera, una familia escogida. Las relaciones intergeneracionales construyeron una casa-otra donde nuevos afectos me permitieron una educación sentimental alternativa que no tenía en mi casa familiar, y con esta educación vino la cultura visual que nos circulaba.  

En mi caso, hacer amigos, hacer multitud, no fue una tarea fácil.  En lo melodramático hubo una pista para este trayecto, porque allí se concentra el deseo por recontar a los demás aquello que fue doloroso o excitante, por dar cuenta de lo que los enemigos nos hicieron y ojalá salir victoriosos. Es decir, lo melodramático se dirige hacia la amistad. ¿Qué produce el melodrama en nuestro cuerpo (social y físico)? El placer melodramático significa reencarnar lo que el melodrama le hizo a tu cuerpo en distintos medios para el encuentro con los amigos, quienes entre las serenatas y las cantinas acompañan los cantos deseantes del intérprete. Es un placer performativo en especial ante los amigos y confidentes que esperan del chisme, “una de las principales herramientas para que el pasado sea representado como romance”3 Este es un texto que busca las palabras para describir este placer; para preguntarse por aquello que nos hizo encontrarnos, y las razones de nuestras despedidas. 

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1 Farmer, Brett. Spectacular passions: Cinema, fantasy, gay male spectatorships. (Duke University Press, 2000), 2

2  Brioso, Jorge, and Oscar Montero. "Apuntes para una crítica ‘invertida.’." Ciberletras 2.7. (2000).

3  Rogoff, Irit. "Gossip as testimony--A postmodern signature: Irit Rogoff suggests ways of looking elsewhere." Women's Art Magazine 67 (1995): 6-10.

Andrés Felipe Ardila Ardila

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