

La primera historia
Mauricio Patrón Rivera

Este semestre hemos hecho dos movimientos: posicionar a la ficción como una metodología para acceder al envés de la historiografía, de los archivos; y lo que se me ocurre resumir –y no sé si alguien ya lo dijo antes– como el potencial utópico de nuestras hipótesis de investigación.
La utopía pedagógica para mí ha significado una forma de compartir el futuro. Aprender a ver los rincones "potencialmente transformables" (José Esteban Muñoz) de nuestros campos de estudios. Un horizonte en el que los milagros se van presentando cada vez más concretos, en la línea de texto, en la línea del dibujo, dejando descansar a la tan explotada metáfora en beneficio de una escucha interior.
Este semestre ojalá nos haya funcionado, creo que a mí sí, para encontrar nuestro lugar dentro de nuestras inquietudes investigativas. Roman Jakobson dice que la función poética del lenguaje recae en el mensaje mismo; y diríamos acá que el gesto de la poesía como método ha sido revelador de cómo hacer ese camino hacia los cenotes interiores, hacia nuestras autohistorias.
La inestabilidad, la incomodidad, la complicidad, las relaciones que te acompañan en tu investigación. ¿Cómo hacer y pensar con las demás? ¿Cómo podemos hacer lo de Emma Perez, lo de Saidiya Hartman? ¿Cómo entendemos que juntar 5 firmas es obligatorio pero accesorio? Por fortuna no estamos solas, hay un montón de teóricas y escritoras que se han embarcado en este Argos.
Tal vez, al final, un deseo es rebelar-levantar-desviar-agitar las formas en las que nos han contado historias, en que hemos recibido el conocimiento, y preguntarnos cómo le queremos contar quiénes somos y qué hacemos a lxs demás.
Ojalá esta clase hubiera sido solo un chisme. Esa sería mi historia secreta favorita.